Contratos Agrarios, De Juan Pablo Saavedra Methol. Editorial Fundacion De Cultura Universitaria, Tapa Blanda, Edición 1 En Español

Descripción

PROPÓSITO Y PLAN DE LA OBRA

La indagación que aquí se inicia tiene como objetivo el análisis del régimen jurídico vigente sobre los principales contratos agrarios en el derecho uruguayo.
No entraremos a analizar la noción de contrato agrario. No es ese el objetivo del libro, ni tampoco parece ser esta la mejor oportunidad para hacerlo.
Esto es, obviaremos el examen de si se trata de una categoría jurídica susceptible de ser identificada por elementos jurídicos comunes relevantes, que permitan delimitarla objetivamente, o si, como también se ha sostenido por autores de indiscutible autoridad, la expresión contrato agrario encierra una nomenclatura de comodidad, sin trascendencia alguna en el plano jurídico. O todavía y como consecuencia de esta última afirmación, de que el estudio de los contratos agrarios corresponda al derecho civil.
No consideraremos tampoco si debe hablarse de contrato agrario, así en singular, como una categoría unitaria que reconoce distintas modalidades y tipos, o si por el contrario, es necesario referirse a los contratos agrarios, como un colectivo de contratos que tienen no obstante notas en común.
Esas y otras teorizaciones, como los trabajos en torno a las tendencias evolutivas de tales contratos, o los análisis en cuanto a las clasificaciones y tipologías de las figuras contractuales, e incluso las propuestas sobre las líneas que deberían seguir el régimen jurídico de legge ferenda de tales contratos, son todas investigaciones que han contribuido al progreso en el análisis de los contratos agrarios.
No obstante, constituyen todos ellos tópicos que habrán de ser soslayados, en un trabajo cuyo principal objetivo es el de indagar en torno al régimen jurídico vigente de las categorías contractuales agrarias más relevantes en nuestro derecho.
Tanto el arrendamiento como la aparcería rural son tenidos con razón como los contratos agrarios por excelencia. Cualquiera sea la posición doctrinaria acerca del propio concepto de contrato agrario, la misma se encuentra indisolublemente ligada en su génesis y proyección a los contratos de arrendamiento y aparcería rural. Que emergen como el paradigma de los contratos agrarios.
Aunque sin duda no son los únicos contratos agrarios que registra nuestro derecho. Otros contratos típicamente agrarios se han ido gestando y son vastamente conocidos y utilizados en nuestro medio.
En ese contexto, nos proponemos analizar en la PRIMERA PARTE, el régimen vigente en materia de ARRENDAMIENTOS Y APARCERÍAS RURALES.
Y en la SEGUNDA PARTE, serán examinados los contratos agrarios más significativos en nuestro medio. Así tanto el contrato de PASTOREO (Cap. I), como el de CAPITALIZACIÓN DE GANADO (Cap. II) y el CONTRATO ACCIDENTAL POR UNA SOLA COSECHA (Cap. III), que son referidos en la legislación vigente de arrendamientos y aparcerías rurales, con los que muestran una estrecha vinculación.
Serán examinados también el CONTRATO DE COLONIZACIÓN (Cap. IV), el CONTRATO AGROINDUSTRIAL (Cap. V), el de PRENDA DE BOSQUES (Cap. VI) y el de COMPRAVENTA DE BOSQUES (Cap. VII), que constituyen contratos inequívocamente agrarios.
Finalmente y en última instancia será analizada la APARCERÍA (Cap. VIII), que se distingue como el contrato agrario de más antiguo y rancio abolengo.
No crea el lector que los referidos son los únicos contratos agrarios. Es posible en nuestro derecho objetivo identificar otros contratos donde la actividad agraria ha ido permeando el régimen jurídico aplicable a los mismos. Y no serán por cierto los últimos. Los fenómenos económicos, técnicos, sociales y por fin jurídicos que son alcanzados e influidos por la actividad agraria, dejándole su impronta indeleble, permanentemente generan la necesidad de nuevos tipos contractuales.
Por eso, la categoría de contratos agrarios no debe ser vista como un numerus clausus de figuras contractuales conocidas e identificadas, sino como una categoría abierta a nuevas modalidades que todos los días aparecen en la praxis negocial de nuestro medio.